Keber era respetado en la prisión de Maribor. Criminales profesionales, delincuentes comunes y mujeres se inclinaban ante él y contaban sus aventuras con admiración y con miedo. Para arrestarlo, las autoridades movilizaron a todo un batallón, sitiaron un barrio y cerraron todas las salidas de la ciudad de Liubliana, sin embargo, lo que lo hizo célebre fue la gran revuelta de la prisión de Livada, comparable en heroísmo y osadía a la revuelta de los judíos de Masada, en el siglo I, contra el Imperio romano.