Al inicio de este libro, Jaime Labastida nos advierte sobre la memorable y ya lejana lectura de una Epístola del capitán Francisco de Aldana, en la que el joven militar expresaba su deseo de dejar las armas para dedicarse al estudio y la meditación, lo cual se vio impedido por la muerte. Fragmentos de esa composición irán surgiendo en los poemas de Atmósferas, negaciones como puntales para establecer un diálogo transtemporal con el malhadado autor sobre las geografías del yo y las vicisitudes del oficio poético. En estas páginas, el lector se enfrenta a una serie de poemas que se ponen en entredicho a sí mismos. Los pasajes descriptivos de la primera parte se irán interiorizando para dar paso a la reflexión ontológica. En un viraje sorpresivo, la segunda mitad pone en tela de juicio la veracidad de la memoria poética, una estrategia que complejiza lo enunciado, como si no hubiera sucedido realmente o hubiera sucedido de otra manera o solo fuera un sueño demasiado vívido. Ese caudal de cuestionamientos es lo que va generando las atmósferas y negaciones de estos magníficos versos.