La familia de la protagonista se alimenta de sueños distantes, cuando no imposibles: la interminable construcción de una casa donde al fin podrán ser felices, la búsqueda de remedios alternativos para la enfermedad incurable que mata lentamente a la madre, los viajes por diversos pueblos de México para convivir con una parentela que parece formada por extraños. Obra negra abre ante nosotros el arcón de la memoria y nos dice que la identidad es un proyecto en perpetua construcción, donde el amor y la compañía, la muerte y el abandono, siempre terminarán encontrando en nosotros el lugar que les corresponde.