Gótica del búho explora encarnizadamente una vasta región de la experiencia literaria. Es una zona limítrofe que nadie había recorrido a pesar de su extensión; mucho menos con la inteligencia afilada y exacta de este libro; con la soberbia lección de estilo que ofrece en medio del adocenado panorama de casi toda nuestra literatura; con la inteligencia enamorada de la belleza verbal que orienta su singladura fascinante. La geografía del territorio en el que se adentra es aparentemente frágil: una cuartilla mecanografiada en 1924, titulada Insomnio tercero, también conocida como Esquema para desarrollar un poema. Quince años después, en 1939, un objeto incandescente ingresó en el mundo: Muerte sin fin, 775 versos de una metafísica vivacidad, una formidable construcción del espíritu y un tesoro del idioma tenazmente levantado ladrillo a ladrillo por un genial alarife.