Años después, el vital y vitalista encargado de la primera comisión etílica del siglo asiste en vivo y en directo a la muerte de la Escuela de Frankfurt y, lo que es verdaderamente decisivo, a la desaparición de las comisiones etílicas.
Entretanto, ha manoseado territorios, aporías e intensidades, se ha fugado y se ha confesado como un filósofo: excesivo y excedido, sacudido por el canto escéptico y a un tiempo candoroso de su propia risa afirmativa. Experiencia y deseo es la ponencia indecible, aforística, desnuda, esa que sólo se comparte en el seminario permanente de la noche.