Una de las causas del crecimiento acelerado de las áreas urbanas es el abandono de las zonas rurales. Al propio tiempo, esto ha conducido a la extinción progresiva de caseríos con valor patrimonial edificado en estas zonas o, cuando menos, ha provocado cambios en su uso y significado.
En el caso del pueblo de Imala, algunas casas sobrevivientes se han adecuado a los tiempos modernos para servir al turismo cultural y gastronómico; este es un aspecto positivo si se toma en cuenta que dicho pueblo, desde finales del siglo XX, se estaba quedando abandonado por la violencia y el narcotráfico.
Lo anteriormente señalado está generando, entre otras cosas, un fenómeno de especulación, lo cual ha provocado la edificación de viviendas de segunda residencia y dinámicas sociales que deben ser atendidas por especialistas como etnógrafos, antropólogos y sociólogos urbanos.
El choque cultural con la modernidad y el turismo generan escenografías y promueven la desaparición de lenguajes locales de vivienda rural, con el consiguiente riesgo de la desaparición del patrimonio cultural edificado a fin de crear escenarios más apropiados para el turismo.