En esta segunda entrega de las andanzas de exprofesor de primaria Alfonso Pacheco, Gerardo de la Torre -sin escatimar en gratos momentos de humor negro y con un lenguaje ágil, depurado- nos sumerge en un relato que atrapa desde varios ángulos: por un lado, seguimos la investigación del asesinato de un púgil en pleno combate; por otro, asistimos al rescate de una niña de apariencia indefensa y salvaje que le roba el corazón a Pacheco; y, por último, vemos luchar al protagonista, a sus setenta y tantos años, contra la inédita pasión que le despierta hasta la indignidad una mujer mucho más joven. Una vez más, la vivaz capital oxaqueña es el escenario, pletórico de alcohol, de las andanzas del profesor, una traza por cuyo laberinto nos internamos en la mente atormentada de Pacheco: cada recorrido que emprende por las calles -y, de paso, sus numerosas cantinas- desata los recuerdos de su trágica viudez, la preocupación que le despierta la pequeña, su curiosidad por el crimen pendiente, el miedo a una muerte que cada día parece más cercana y, al mismo timepo, un deseo carnal que lo consume y le incendia los dedos.