Tres fechas de gran impacto social, atadas a una sola historia, son un motivo de celebración que pocas veces se presenta. Recordarlas es un compromiso ineludible; describirlas es ya tarea de acuciosos investigadores, como lo ha demostrado ser Rafael Valdez Aguilar.
En esas tres fechas ocurrieron los hechos siguientes: la fundación del Hospital Civil de Culiacán en 1932, la creación de la hoy Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Sinaloa en 1977 y el nacimiento de la Coordinación Universitaria del Hospital Civil en 1982 (transformada en el Centro de Investigación y Docencia en Ciencias de la Salud de la uas en 2011). Estas tres fechas, en 2022, cumplieron sus aniversarios 90, 45 y 40, respectivamente. Este libro aborda la imbricada formación de estas tres instituciones de asistencia pública, que le han brindado a Culiacán una gran presencia en el cuidado de la salud en el estado y que, además, nacieron unidas por un mismo cordón umbilical: la Escuela de Medicina, teniendo al Hospital como su laboratorio experimental y a la Coordinación como brazo financiero para el sostenimiento de la práctica médica y asistencial.
De ello se ocupa el médico e historiador Valdez Aguilar, con la minuciosidad y la seguridad de
quien manipula un escalpelo en las profundidades de un ser vivo, como son estas instituciones paradigmáticas de la medicina social en Sinaloa. Cabe aquí mencionar que reunir la información —dispersa en una gran cantidad de documentos que nadie había visto en décadas, notas de prensa y testimonios directos de muchos de los protagonistas— y construir con ella una narrativa accesible a todo público, fue una tarea que llevó más de veinte años.
Para el doctor Valdez, el Hospital Civil de Culiacán constituye la obra más importante en materia de salud realizada por el régimen emanado en la Revolución mexicana en Sinaloa. Las virtudes en que se basa esta afirmación quedan aquí plasmadas con maestría y conocimiento. Se trata de una historia protagonizada por nuestras mentes más lúcidas: los médicos Bernardo J. Gastélum y Humberto Bátiz Ramos, el ingeniero Juan de Dios Bátiz y el general Ángel Flores, por solo mencionar a algunos de los personajes más emblemáticos de la primera etapa, pero cuyos esfuerzos fueron completados durante casi un siglo por una larga cadena de trabajadores de la salud, funcionarios gubernamentales y universitarios, legisladores, empresarios y ciudadanos altruistas. Apunta el propio autor al final de su introducción: «…casi un siglo después, el sueño de aquellos visionarios está completo. Este libro es un humilde testimonio».